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Hace ya algún tiempo hablamos en el blog sobre la importancia que tiene el ejercicio físico en personas con dolor crónico. En esta ocasión, queremos centrarnos en las personas que sufren fibromialgia y como el ejercicio físico regular puede ayudarles a reducir el dolor y la sensibilidad, mejorar la calidad del sueño, aumentar los niveles de energía y reducir el estrés y la depresión.
La fibromialgia afecta a un 2,4% de la población española, con un claro predominio en mujeres (4,2% frente al 0,2% en hombres) y un pico de prevalencia entre los 40 y 49 años según el estudio EPISER 20002, una de las encuestas poblacionales más amplias publicadas.
En este artículo del blog, vamos a conocer más cosas sobre la fibromialgia, como debemos adaptar los programas de ejercicios a estos pacientes y como podemos complementar el tratamiento desde un punto de vista multidisciplinar.
¿Qué es la fibromialgia?
La Fibromialgia es una afección crónica de causa desconocida, que se caracteriza por la presencia de dolor crónico musculoesquelético generalizado, que suele coexistir con otros síntomas, fundamentalmente fatiga y problemas de sueño, pero también pueden estar presentes parestesias, rigidez articular, cefaleas, sensación de tumefacción en manos, ansiedad y depresión, problemas de concentración y memoria.
En 1992, la fibromialgia fue reconocida por la OMS y clasificada como una enfermedad reumatológica. Por este motivo, la mayoría de los diagnósticos son realizados por los especialistas en reumatología. No obstante, el desconocimiento sobre la etiología y la falta de protocolos para el tratamiento generan todavía dudas sobre quién se ocupa de realizar el diagnóstico y posterior tratamiento.
El curso natural de la fibromialgia es crónico, con fluctuaciones en la intensidad de los síntomas a lo largo del tiempo. La fibromialgia puede ocasionar importantes consecuencias en el estado de salud y la calidad de vida de las personas que la padecen.
El diagnóstico de la fibromialgia es clínico, ya que no existe una prueba objetiva para identificarla y no se apoya, por tanto, en ninguna prueba analítica, de imagen o anatomopatológica específica.
La sospecha diagnostica se da especialmente en mujeres de 30 a 60 años (sin olvidar mujeres más jóvenes u hombres), que se quejan de dolor generalizado, sin signos inflamatorios articulares ni musculares, sin signos sistémicos y con buen estado general. El dolor se manifiesta en zonas musculares amplias, también en articulaciones o en la columna vertebral. Al ser preguntados sobre qué les pasa son frecuentes las expresiones como: “me duele todo”, “mejor le digo lo que no me duele”, “me duele de los pies a la cabeza”, “me duele desde siempre”.
Como decíamos antes, el diagnóstico no se apoya en ninguna prueba de laboratorio ni hallazgo radiológico específico. El Colegio Estadounidense de Reumatología publicó unos criterios de clasificación que son utilizados ampliamente para diagnosticar la fibromialgia. Estos criterios se caracterizan por la presencia conjunta de dos hechos:
- Historial de dolor generalizado durante, al menos, tres meses que está presente en todas las áreas siguientes: lado derecho e izquierdo del cuerpo, por encima y por debajo de la cintura y en la columna vertebral ya sea a nivel cervical, dorsal, lumbar o en la pared torácica anterior.
- Dolor a la presión de, al menos, 11 de los 18 puntos (nueve pares) que corresponden a áreas muy sensibles para estímulos mecánicos que puedes ver en la figura de abajo.
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¿Por qué se produce la enfermedad y cuáles son sus síntomas?
Hoy en día se piensa que la fibromialgia se produce por una alteración de los neurotransmisores del sistema nervioso, las sustancias encargadas de la comunicación entre unas neuronas y otras.
Cuando se produce un desequilibrio en estas sustancias se desencadena una serie de alteraciones que explican la multitud de manifestaciones clínicas que pueden darse en la enfermedad. Así, el dolor generalizado se produce por una alteración de las vías de modulación del dolor, los síntomas de ansiedad y depresión se sabe desde hace tiempo que también están producidos por déficit de los neurotransmisores serotonina y/o norepinefrina, los síntomas del sistema nervioso simpático como cefaleas, intestino irritable, hipotensión ortostática, mareos, etc. se producen por una alteración del sistema nervioso autónomo debida a un exceso de estimulación del mismo.
En los pacientes con fibromialgia existe, por lo tanto, una percepción anómala de los estímulos sensoriales y por ello interpretan el calor, la presión, la electricidad o cualquier otro estímulo como doloroso. La sensibilización de las vías aferentes y la distinta interpretación de la información en el sistema nervioso central están demostradas en estos pacientes, aunque sigue sin conocerse cuál es la causa por la que esta sensibilización se produce.[i]
De los muchos síntomas que pueden aparecer con la enfermedad estos son los más importantes:
- Dolor muscular y articular crónico, superior a 3 meses, difuso, inespecífico y que afecta a muchas partes del cuerpo. En los pacientes con fibromialgia el dolor se caracteriza por ser un dolor mayor de lo normal en relación al estimulo doloroso, por aparecer con estímulos que no deberían ser dolorosos y porque el dolor dura más tiempo de lo normal.
- Sensación de cansancio y fatiga muy intensa y no equivalente al esfuerzo realizado o incluso presente sin haber realizado ningún esfuerzo, y que no siempre desaparece con el descanso.
- Trastornos del sueño, dificultad para dormirse, despertarse frecuentemente durante la noche y ausencia de sueño reparador.
- Falta de concentración y de memoria.
- Ansiedad y depresión.
- Trastornos gastrointestinales como el colon irritable o la hernia de hiato.
- Mareos, vértigos e hipotensión.
La fibromialgia afecta al paciente en todos sus ámbitos de la vida, por eso se denomina enfermedad biopsicosocial, y se puede llegar a desarrollar una discapacidad grave hasta el punto de que interfiera en la actividad laboral. Según varios estudios, porcentajes del 15, 20 y hasta del 50% de pacientes tiene que dejar su trabajo.
¿Cómo se puede tratar la fibromialgia?
De la misma manera que se desconocen las causas de la fibromialgia, no existe tampoco un tratamiento que la cure y todos los tratamientos utilizados están dirigidos básicamente a aliviar sus síntomas.
Los tratamientos van encaminados básicamente a disminuir el dolor y la fatiga, a mejorar el sueño y los niveles de actividad, así como a mantener la funcionalidad e incrementar la capacidad de afrontar la enfermedad y mejorar el bienestar psicológico.
Por este motivo, se considera que la información sobre el diagnóstico, el pronóstico y las alternativas terapéuticas es especialmente relevante en las enfermedades crónicas como la fibromialgia, terminando con un largo periodo de incertidumbre y desinformación, lo que es muy positivo para el paciente.
El tratamiento de la fibromialgia contempla tres aspectos fundamentales:
- Tratamiento farmacológico enfocado a mejorar el sueño, la fatiga, la depresión, los espasmos musculares y el dolor.
- Ejercicio físico realizado de forma progresiva y gradual.
- Tratamiento psicológico basado en la terapia cognitivo-conductual por su efecto beneficioso sobre el control del dolor, malestar físico y el estado de ánimo.
En resumen, se recomienda la combinación de ejercicio físico, estrategias de intervención cognitivo-conductual y fármacos en el tratamiento de pacientes con fibromialgia, ya que se ha demostrado eficaz en el manejo del dolor y en la mejoría de la calidad de vida y la capacidad física de los pacientes.
Ejercicio físico en la fibromialgia
Tras décadas de investigación, el ejercicio físico es universalmente reconocido como un tratamiento indispensable para las personas con dolor persistente. El ejercicio físico ha demostrado su eficacia para mejorar los síntomas en una gran cantidad de afecciones musculoesqueléticas. Hacer ejercicio regularmente aumenta nuestra fuerza muscular, disminuye la inflamación, mejora la función cardiovascular, aumenta las endorfinas que alivian el dolor y mejora nuestro estado de ánimo. Es por ello, que el ejercicio regular y la actividad física, son vitales para la recuperación de estas personas y para que puedan disfrutar de una mayor calidad de vida.
No hace demasiados años se aconsejaba a las personas con dolor crónico que descansaran y evitaran realizar cualquier tipo de actividad física. Afortunadamente, la acumulación de pruebas en las últimas décadas ha demostrado que la falta de ejercicio y la inactividad completa tienden a reforzar las vías de sensibilidad al dolor. Por eso, actualmente se considera que el ejercicio y el movimiento son ingredientes esenciales para el tratamiento del dolor persistente.
Aunque se recomienda el ejercicio para la mayoría de los pacientes con dolor persistente, hay que tener en cuenta que cuanto más tiempo alguien haya experimentado dolor, más difícil será superarlo y especialmente superar el miedo a realizar ejercicio. Esto puede llevar a que la persona quiera evitar el ejercicio, lo que en última instancia empeorará el dolor. La buena noticia es que, si superamos esta situación y aprendemos a hacer ejercicio de la manera correcta, comprendiendo las reacciones de nuestro cuerpo, podremos mejorar nuestro dolor.
Existe un acuerdo prácticamente unánime en que los programas de ejercicios deben ser una de las recomendaciones básicas en pacientes con fibromialgia. Se deben valorar fundamentalmente tres alternativas:
- Ejercicios aeróbicos
- Ejercicios de fuerza
- Ejercicios de flexibilidad
Tras la revisión sistemática de varios estudios que analizan la eficacia del ejercicio desde 2007 las únicas conclusiones basadas en evidencias de calidad moderada-alta se refieren al ejercicio aeróbico. Los datos sobre ejercicios de fortalecimiento también sugieren que puede ser una buena alternativa, pero son más limitados y basados en estudios de peor calidad.
Es necesario subrayar la falta de evidencia sobre la eficacia de los ejercicios de flexibilidad o estiramientos, muy extendidos en la práctica, por lo que no hay argumentos para recomendar los ejercicios de flexibilidad de forma aislada.
Sólo unos pocos estudios han comparado entre sí diferentes tipos de ejercicio en fibromialgia. El ejercicio aeróbico fue claramente superior a los ejercicios de flexibilidad en dos estudios y de forma menos concluyente en otro. Un trabajo reciente comparó ejercicio aeróbico y de fortalecimiento y no observó diferencias entre ambos.
En resumen, las tres recomendaciones principales son: ejercicios aeróbicos (evitando actividades de alto impacto como carreras o saltos), ejercicios de fortalecimiento muscular o programas mixtos que combinen ambas opciones.
Algunas recomendaciones generales sobre el ejercicio físico en personas con fibromialgia son:
- Las características del ejercicio a recomendar son iguales a las que daríamos a una persona sana con una forma física similar, empezando con una intensidad y frecuencia inferiores.
- Debe acordarse con el paciente en función de su experiencia y estado de forma previos y de sus posibilidades reales.
- Recomendar ejercicios sencillos, a ser posible en grupo y supervisados.
- Es conveniente no generar excesivas expectativas.
- Iniciar el ejercicio con parámetros bajos o muy bajos de frecuencia e intensidad y progresar gradualmente según la tolerancia.
- Aumentar la frecuencia de las sesiones disminuyendo su duración mejora la tolerancia sin disminuir la eficacia.
- Demasiado ejercicio produce aumento de los síntomas y demasiado poco es inadecuado para obtener resultados.
- El programa inicial de entrenamiento debe durar entre 4 y 12 semanas.
A continuación, puedes ver un ejemplo de propuesta práctica:
- Empezar con ejercicios aeróbicos de impacto bajo: caminar, andar, nadar, bicicleta estática.
- Se puede llegar a los de impacto medio o alto si el paciente progresa con los anteriores y aumenta su tolerancia (remar, correr, bailar, jugar tenis, paddle, o squash).
- Sesiones de 20 a 60 minutos por sesión al menos 3 veces por semana.
- En los casos de sospecha de peor tolerancia, 10 minutos por sesión, de 4 a 6 días por semana.
- La intensidad máxima del ejercicio se corresponde con el 40-60 % de la frecuencia cardiaca máxima.
- En personas que no realizan actividad física previa, se recomienda empezar con duración corta de las sesiones (10 minutos), frecuencia de 4 a 6 sesiones por semana e intensidad del 40 % de la máxima calculada.
- Valorar los resultados cada 1-2 meses y aumentar progresivamente la duración, frecuencia e intensidad hasta donde el sujeto sea capaz de alcanzar.
Algunos consejos prácticos sobre ejercicio y dolor
Como hemos visto, el ejercicio es un tratamiento seguro y eficaz para las personas que conviven con dolor persistente, sin embargo, hemos de tener en cuenta algunas recomendaciones:
- Evaluación inicial por un profesional de la salud y/o del ejercicio
Disponer del asesoramiento, las recomendaciones, la planificación y el seguimiento de tu actividad física por parte de un profesional colegiado potenciará los resultados del ejercicio y evitará complicaciones que puedan presentarse. Además, aumentará tu seguridad, motivación y confianza a la hora de incorporar paulatinamente el ejercicio físico a tu vida diaria.
- Aprender a dosificar el ejercicio y convivir con el dolor
Debemos empezar a realizar ejercicio de forma gradual, pero es importante ir aumentando progresivamente su intensidad para que este tenga efecto. La intensidad con la que debemos realizar ejercicio es una de las dudas más frecuentes, sobre todo en personas que sufren dolor y tienen miedo a empeorar los síntomas. Por ejemplo, podemos empezar simplemente con ir a caminar e ir aumentando progresivamente la distancia recorrida. Nos parece sencillo, pero en personas con dolor persistente puede ser bastante desafiante. El dolor que aparece durante o después del ejercicio puede desanimarnos y llevarnos a abandonar, sin embargo, se trata de algo normal y forma parte del proceso. De hecho, los ejercicios dolorosos pueden tener un beneficio mayor a la hora de reducir el dolor que otros ejercicios más soportables.
Aunque en la mayoría de ocasiones es seguro hacer ejercicio a pesar del dolor, puede que te resulte útil seguir estas pautas con respecto a la cantidad aceptable de dolor:
- Si estás soportando el nivel de dolor, continúa con el ejercicio.
- Si el dolor es más de lo que consideras tolerable o se intensifica más de 24 horas después del ejercicio, disminuye la cantidad de ejercicio hasta que puedas soportarlo. Trata de no interrumpir del todo el ejercicio, ya que es poco probable que el reposo completo ayude.
- ¿Qué tipo de ejercicio tengo que hacer?
Aunque algunos tipos de ejercicio suelen ayudar a casi todo el mundo a combatir el dolor crónico, encontrar el entrenamiento preciso para aliviar tu dolor particular suele requerir ensayo y error y persistencia. Incluso las actividades famosas por aliviar el dolor no funcionan para todo el mundo por igual. Algunas personas responden bien al yoga, al taichí, a la natación, al entrenamiento de fuerza o a las caminatas, y otras no. Elige el ejercicio con el que te sientas más seguro y con el que disfrutes más. No descartes otro tipo de actividades como la jardinería o pasear por la montaña ya que lo principal es el tiempo que pasas haciendo ejercicio y moviéndote, en lugar de estar sentado y en reposo. El objetivo final, más allá de la actividad que realices, será hacer ejercicio al menos 2 o 3 días a la semana y estar físicamente activo la mayoría de los días de la semana.
¿Cómo podemos ayudarte en Wunder Training a conseguirlo?
Una de las principales razones por la que las personas con dolor crónico no alcanzan los mínimos niveles de ejercicio físico recomendado son el miedo o falta de confianza para realizar los ejercicios o incluso por sentirse fuera de lugar. En Wunder Training las instalaciones están diseñadas para apoyar a todas estas personas, con un ambiente tranquilo y no invasivo, que se enfoca en la salud y el rendimiento físico, en lugar de la estética y la competición. La atención personalizada y un método de entrenamiento sencillo, seguro y eficaz, hacen de Wunder Training una opción ideal para que todas estas personas puedan mejorar su salud y condición física a través del ejercicio.
Nuestro equipo multidisciplinar formado por graduados en ciencias de la actividad física y el deporte, fisioterapeutas, osteópatas, y médicos especialistas en medicina del deporte y la rehabilitación, valorarán tu caso concreto y personalizarán tu plan de entrenamiento a tus necesidades en cada momento.
Referencias:
[1] Ministerio de Sanidad
https://www.sanidad.gob.es/profesionales/prestacionesSanitarias/publicaciones/docs/fibromialgia.pdf
[2] Sociedad Española de Reumatología
https://www.ser.es/wp-content/uploads/2015/09/Fibromialgia.pdf