Las lesiones que afectan a la columna vertebral pueden estar originadas por diversas causas y provocar dolor en diferentes zonas de nuestra espalda y cuerpo en función de la estructura dañada. El dolor que provocan estas lesiones no siempre se concentra en el área donde se produce el problema, sino que puede extenderse por otras zonas del cuerpo, como las piernas o los brazos, si la lesión afecta a las raíces nerviosas que salen de nuestra columna vertebral. Por este motivo, es importante establecer un buen diagnóstico que nos permita recomendar el tratamiento adecuado para cada caso. A continuación, vamos a ver cuáles son las lesiones más frecuentes que afectan a la columna vertebral, los síntomas que conllevan y algunas recomendaciones para su tratamiento.
Causas y síntomas más habituales de las lesiones de columna vertebral
Lo primero que debemos tener en cuenta es que la espalda y en concreto nuestra columna vertebral es una estructura bastante compleja, que engloba huesos, discos intervertebrales, músculos y nervios. Además, abarca una zona amplia de nuestro cuerpo, desde la cabeza hasta la pelvis. Por ello, debido a la gran cantidad de estructuras que la forman y su extensión en nuestro cuerpo, es frecuente que aparezcan lesiones y molestias en esta zona. De hecho, el dolor de espalda es uno de los trastornos médicos más frecuentes en la sociedad actual y una de las razones más comunes por la que las personas acuden al médico o faltan al trabajo.
Respecto a las causas que provocan las lesiones de espalda o de la columna vertebral siempre hemos mantenido que una de las principales causas es la debilidad muscular. Una espalda fuerte hace que seamos menos propensos a sufrir dolor y a que se produzcan lesiones con el paso de los años. Una musculatura fuerte hace que la estabilidad de la columna vertebral sea mejor y esté más preparada para soportar las cargas del trabajo, del deporte y de la vida diaria. En este sentido, nos gusta recordar las palabras del Dr. Kovacs cuando le preguntan ¿Por qué nos duele la espalda a la inmensa mayoría de personas?
Su respuesta en esta entrevista fue que de 100 pacientes a los que les duele la espalda, uno se debe a una enfermedad sistémica, como alguna infección, enfermedades metabólicas, cáncer, etc. De los 99 pacientes que quedan, en cuatro el dolor se debe a una afección estructural de la columna vertebral: algún tipo de hernia discal o algún tipo de estenosis espinal que comprimen un nervio y producen dolor por irritación o compresión del nervio. El 95% restante se debe a casos inespecíficos en los que no hay algo roto, por decirlo así, sino que los sistemas habituales funcionan mal: la causa más frecuente es que la musculatura no sea capaz de hacer bien su trabajo porque no sea lo suficientemente fuerte, resistente, o no se coordinen bien los distintos grupos musculares.
Evidentemente pueden existir otras causas que provoquen lesiones en la columna vertebral y en estos casos suelen ser graves, por ejemplo, los accidentes de tráfico, las caídas desde gran altura o los traumatismos directos sobre la columna vertebral.
Los síntomas que aparecen en las lesiones de columna vertebral dependen del lugar donde se produce la lesión y de la intensidad de la misma. Los síntomas más frecuentes son:
- Dolor en la zona cervical, dorsal o lumbar.
- Debilidad o falta de fuerza en las piernas o los brazos.
- Alteraciones de la sensibilidad en el trayecto del nervio, sensación de entumecimiento, hormigueo o quemazón.
- Limitación funcional para realizar algunos movimientos.
Lesiones de columna y espalda más frecuentes
Lumbalgia
Por lumbalgia entendemos toda molestia en forma de dolor localizada en la zona lumbar. La región lumbar es la zona anatómica que ocupan las vértebras que quedan por debajo de la parrilla costal. Es decir, que el límite superior de la región lumbar estaría marcado, precisamente, por el reborde inferior de las costillas. Los costados corporales harían de límites laterales, y la zona glútea marca el límite inferior.
La lumbalgia suele manifestarse en personas que están sometidas a sobrecargas continuadas de la musculatura lumbar, ya sea por su actividad laboral o por otros motivos no laborales. También existen personas que en su actividad laboral permanecen largos periodos de tiempo sentados en mala posición o bien mantienen posturas forzadas prolongadamente.
A pesar de los numerosos estudios realizados, más del 80% de los casos no tienen una causa clara. El principal síntoma es el dolor en la parte baja de la columna y el aumento del tono muscular y la rigidez (dificultad para la mover el tronco). El dolor aumenta a la palpación de la musculatura lumbar y se perciben zonas contracturadas. En ocasiones este dolor puede abarcar también los glúteos y las piernas o subir hacia la musculatura dorsal, aumentando la rigidez de tronco.
El fortalecimiento de la musculatura profunda de la columna lumbar y del Core son muy importantes para prevenir la aparición de la lumbalgia. En caso de dolores crónicos, aquellos que duran más de 3 meses, fortalecer específicamente la musculatura profunda de la columna vertebral nos ayudará también a aliviar el dolor.
Cervicalgia
En este caso el dolor está localizado en la zona cervical, también se considera crónico cuando supera los 3 meses de duración. Se habla de torticolis cuando se pierde la movilidad en esta zona de la columna y el cuello está completamente rígido. Dejando a un margen posibles accidentes, las causas más frecuentes de su aparición son las actividades rutinarias y las malas posturas. Para muchas personas el dolor cervical es un problema diario y molesto. Es una de las quejas más extendidas entre los compañeros de oficina y es que, las personas que pasan una gran cantidad de horas sentadas trabajando en sus pantallas o mirando el teléfono móvil, a menudo sufren de dolor cervical.
Por regla general el tratamiento recomendado en cada caso es:
- Dolor agudo → Fisioterapia y osteopatía
- Dolor crónico → Terapia Médica de fortalecimiento muscular cervical
- Prevención del dolor cervical → Entrenamiento preventivo para problemas cervicales
Hernia discal
La hernia discal es una enfermedad que afecta a los discos intervertebrales de la columna vertebral. Estos discos actúan como amortiguadores de la columna vertebral y con el tiempo o un esfuerzo brusco pueden dañarse. Cuando esto ocurre la parte interna del disco intervertebral (núcleo pulposo) se desplaza hacia la raíz nerviosa, la presiona y produce un intenso dolor.
La mayoría de las hernias discales aparecen en la zona lumbar, aunque pueden aparecer en cualquier lugar de la columna vertebral, siendo frecuentes también en la zona cervical. Los síntomas dependen de la zona afectada y de si el disco está presionando un nervio. En ocasiones incluso es posible tener una hernia discal y no sufrir ningún síntoma.
- Dolor: su aparición suele ser aguda, repentina y de alta intensidad. Su localización dependerá del lugar de la hernia. Si es en la zona lumbar el dolor se manifiesta en la parte baja de la espalda, en el glúteo, el muslo y la pantorrilla. Si es en la zona cervical aparecerá en el cuello, el hombro y el brazo. Suele aumentar al toser o estornudar y ser mayor al estar de pie que al caminar.
- Entumecimiento, hormigueo y alteración de la sensibilidad:el dolor a menudo se acompaña de estas alteraciones que afectan a brazos y piernas en función de la localización de la hernia.
- Pérdida de fuerza:los músculos inervados por los nervios afectados tienden a debilitarse y provocar esta sensación de falta de fuerza en la pierna o el brazo.
Afortunadamente en la mayoría de casos de hernia discal, el dolor remite con un tratamiento conservador y no es necesaria la cirugía. Los estudios científicos actuales indican que solamente un 10% de los pacientes necesitarán someterse a una intervención. Es más, a menos que existan déficits neurológicos, debilidad muscular en las extremidades o dificultad para caminar la primera opción de tratamiento debería ser optar por un tratamiento conservador con el objetivo de aliviar el dolor y recuperar la funcionalidad de la columna vertebral.
En la fase aguda del dolor el tratamiento conservador se basa en el reposo relativo (uno o dos días, pero no mantener la inactividad por mucho más tiempo, no es recomendable estar estirado o sentado durante muchos días), medicamentos antiinflamatorios y para el dolor, prescritos por un médico, y sesiones suaves de fisioterapia u osteopatía encaminadas a aliviar el dolor y recuperar progresivamente la movilidad de la columna vertebral. En fase subaguda es imprescindible iniciar un tratamiento específico de fortalecimiento muscular de la columna vertebral y la zona abdominal.
Estenosis
La estenosis es una patología que se produce cuando el canal vertebral se estrecha y disminuye el espacio por donde pasan la medula espinal y los nervios periféricos. Este estrechamiento, que es más frecuente en la zona lumbar, puede comprimir la médula espinal y los nervios periféricos desencadenando los síntomas. Es una patología más frecuente en personas mayores de 50 años y no todas las personas que la sufren experimentan síntomas.
Si el estrechamiento del canal vertebral lumbar acaba comprimiendo los nervios pueden desarrollarse los siguientes síntomas:
- Dolores intensos en las piernas, las pantorrillas o en la parte baja de la espalda: generalmente empeoran al ponernos de pie, caminar o al subir y bajar una pendiente y mejoran al sentarnos o inclinarnos hacia adelante.
- Adormecimiento, hormigueos y falta de sensibilidad en los glúteos, piernas y pies.
- Debilidad y falta de fuerza en las piernas y los pies: aparece en los casos más graves y hace que la persona tenga que detenerse o sentarse por el dolor y la claudicación de las piernas que aparece al caminar.
Aunque no existe un remedio definitivo para la estenosis, el ejercicio regular, los medicamentos y en los casos más graves la cirugía, pueden ayudarnos mucho a convivir con esta patología. Mantenernos lo más activos posible es una de las cosas más importantes que podemos hacer para controlar los síntomas de la estenosis lumbar. La clave es encontrar ejercicios que sean sencillos y agradables, y que no empeoren los síntomas.
Espondilólisis o espondilolistesis
La espondilolistesis y la espondilólisis son dos patologías que afectan a la parte baja de nuestra columna vertebral, generalmente la zona lumbar y sacra, que a menudo aparecen relacionadas entre sí. La espondilolistesis es el deslizamiento de una vértebra sobre otra, siendo más frecuente el desplazamiento anterior conocido como anterolistesis. En ocasiones, puede acompañarse de espondilólisis, que es la fractura de la parte de la vertebra en la que se une el arco posterior con el cuerpo vertebral.
La mayoría de las espondilólisis y espondilolistesis son asintomáticas, aunque en los casos más avanzados pueden ser la causa de dolor lumbar, ciática y falta de fuerza o hormigueos en las piernas.
Pueden aparecer por diferentes causas, pero la hiperextensión repetitiva de tronco asociada a determinadas actividades deportivas como la gimnasia, la halterofilia o los deportes de lanzamiento es un factor desencadenante muy importante.
En la mayoría de los casos el tratamiento suele ser conservador con fármacos y fisioterapia para calmar el dolor y entrenamiento para fortalecer la musculatura de la columna vertebral. La intervención quirúrgica es poco frecuente y se reserva a los casos más graves. La prevención es importante, pues como hemos visto uno de los factores más relevantes para su aparición son determinadas actividades deportivas.
Escoliosis
La escoliosis es uno de los problemas más conocidos de la columna vertebral. Se define como una deformidad tridimensional de la columna que ocurre con mayor frecuencia durante el período de crecimiento anterior a la pubertad. A menudo identificamos la escoliosis porque la persona presenta una curvatura visible en forma de C o de S y algunos desequilibrios corporales como un hombro más alto que otro, un omoplato que sobresale o una cadera más alta que la otra. En más del 85% de los casos la causa que provoca la escoliosis es desconocida y, aunque la mayoría de casos son leves, en ocasiones puede ir acompañada de dolor.
En la mayoría de ocasiones la escoliosis no provoca dolor en niños y adolescentes y son los padres los que se dan cuenta al observar asimetrías en la espalda de sus hijos. Algunos signos característicos que pueden observarse en la escoliosis y ayudarnos en el diagnóstico son:
- Una cadera o un hombro más alto que el otro.
- La cabeza no parece centrada respecto a las caderas.
- Una escápula es más prominente que la otra.
- Las costillas de un lado sobresalen más cuando el niño se inclina hacia delante.
En los adultos, la escoliosis puede producir dolor de espalda y en los casos más graves incluso dificultades respiratorias
La mayoría de los niños con escoliosis tienen una leve curvatura y, probablemente, no necesiten un tratamiento específico. Por ejemplo, en desviaciones de menos de 10º simplemente bastará con realizar ejercicio físico y llevar un control médico cada 4-6 meses para controlar la evolución. En casos más avanzados, con desviaciones entre los 10º y 30º, es importante iniciar tratamientos de fisioterapia y la utilización de un corsé para frenar la progresión de la escoliosis hasta que el niño finaliza su crecimiento. En estos casos también resulta aconsejable iniciar un programa de fortalecimiento muscular específico. Solo en los casos más graves, con desviaciones superiores a los 50º, es posible que deba valorarse la intervención quirúrgica además de seguir con la fisioterapia, el fortalecimiento muscular terapéutico y el uso del corsé.